Su uso se ha disparado y casi todas acaban tiradas por el inodoro (o en el campo) bloqueando las alcantarillas y, finalmente, contaminando los ríos y mares.
El mejor consejo es no usarlas, y si lo haces, deposítelas en la basura y nunca las tires por el inodoro.
Un ejemplo del desastre ambiental que provocan es esta isla de toallitas que se ha formado en el río Guadalquivir a su paso por Córdoba, cuyo ayuntamiento gasta 1 millón de euros al año para retirar unas 10000.