Desde hace ya 20 años, una pareja se ha asentado en sus edificios históricos. Al principio, criaron en un nido de cigüeña blanca en La Clerecía. Después, se trasladaron a la iglesia de Los Dominicos, donde se reproducen de forma regular. Dentro de la ciudad son unas asiduas consumidoras de nidos de paloma doméstica, contribuyendo a regular de forma natural sus poblaciones y a limitar su producción de excrementos. De este modo, esta pareja de cuervos, como todos los córvidos (urracas, grajillas y cornejas) son efectivos aliados del ser humano.

Respetando durante las restauraciones, los agujeros y cornisas donde se reproducen, les daremos una oportunidad para que sigan entre nosotros, cuidando y embelleciendo la ciudad con sus vuelos acrobáticos y su griterío.